Así como en la alimentación encontramos nombres que dan identidad a procesos únicos, como el miso o el kéfir, cada uno de nuestros icónicos representa un método singular de elaboración.
Con estos métodos únicos, variando la selección de vegetales, creamos composiciones en sintonía con la esencia y propósito de los productos cosméticos de nuestras dos marcas
Yipsophilia y Dulkamara.
Ambas reflejan la esencia de nuestro compromiso con la piel y la naturaleza en cada una de sus formulaciones.
Con estos nombres singulares hemos creado una cosmética que evoluciona contigo. Nuestras marcas, Yipsophilia y Dulkamara, actúan como dos manos expertas y complementarias, diseñadas para adaptarse a las distintas necesidades de la piel a lo largo del tiempo.
Cada formulación es una caricia que protege, nutre y fortalece la arquitectura cutánea, respetando su equilibrio natural, potenciando su belleza y garantizando un cuidado profundo.
Inspiradas en la sabiduría de la naturaleza, las Savias de Oro son el resultado de un meticuloso proceso de fermentación de plantas durante un ciclo lunar completo.
Este método único permite limpiar, nutrir y revitalizar la piel sin necesidad de detergentes ni tensioactivos, preservando su equilibrio natural y eliminando impurezas como los metales pesados.
Su agradable textura, la estructura de su aroma y su tonalidad ámbar son característicos de esta elaboración totalmente original.
Es el resultado de una elaboración cuidadosa a partir de nuestros extractos de flores, frutos y corazón de la madera. Su composición aporta una acción calmante única para la piel.
Esta leche puramente vegetal nutre y refresca el cuerpo, revitaliza y calma la epidermis, respetando su equilibrio natural y ofreciendo una sensación de bienestar incomparable.
Es la opción perfecta para pieles delicadas que buscan un cuidado suave pero eficaz.
Su textura sensorial y su formulación libre de sustancias extrañas para la piel garantizan un cuidado profundo y saludable.
Nuestras cremas representan el equilibrio perfecto entre ciencia y naturaleza, elaboradas con ingredientes ecológicos que respetan la arquitectura de la piel. Gracias a su composición rica en nutrientes esenciales y antioxidantes, aportan hidratación, protección y regeneración, adaptándose a las diferentes necesidades cutáneas a lo largo de la vida.
La naturaleza lleva millones de años perfeccionándose con un bajo coste energético. Debemos inspirarnos en ella para avanzar de manera sostenible.
A través del rigor científico y el estudio del biomimetismo, he desarrollado métodos y fórmulas que respetan la estructura y funciones de la piel, un enfoque que detallo en el apartado «Arquitectura de la piel».
Uno de los pilares fundamentales de mis creaciones es la observación de la flor de loto y de los nenúfares. Sus hojas poseen una estructura perfecta que les permite protegerse, respirar y mantenerse limpias. Este fenómeno, conocido como el efecto loto, se basa en la capacidad de ciertas superficies naturales para repeler el agua y la suciedad gracias a una microestructura específica.
El estudio de las plantas acuáticas me despierta una fascinación profunda. No solo por su belleza etérea, que parece flotar entre dos mundos, sino por la inteligencia silenciosa con la que han aprendido a habitar el agua. Sus formas, sus texturas, sus sistemas de supervivencia… todo en ellas es una lección viva de adaptación. Han desarrollado estructuras que les permiten respirar sin ahogarse.
De las plantas acuáticas escogí la belleza del loto. Su singularidad es una escuela. El efecto loto. Una lección viva que enseña con elegancia cómo habitar el entorno sin luchar contra él, sino integrándose en armonía.
Observarlas es adentrarse en un universo que desafía la lógica superficial: hojas que repelen el agua sin impedir el intercambio, flores que emergen, pigmentos que atrapan la luz en la humedad.
Estudiarlas es rendirse a la inteligencia natural. Y de esa rendición —curiosa, humilde, admirativa— nace la inspiración para crear con respeto y asombro. Desde la contemplación de estas maestras acuáticas surgió un deseo profundo: crear fórmulas que respetaran los ritmos de la vida, que protegieran sin interferir, que revelaran sin alterar. Observando su equilibrio perfecto, su manera de vivir sin perturbar, entendí que detrás de cada forma, de cada textura, había una sabia estrategia de supervivencia… Una sabiduría silenciosa y brillante.
Inspirada por el biomimetismo, nació mi primer elixir: Savias de Oro, el nombre que guarda en sí la doble promesa de su origen: la sabiduría de las plantas y la savia dorada que fluye de ellas.
El efecto loto: En la quietud de los estanques, la hoja de loto despliega su perfección. Su superficie, cubierta por una delicada cera compuesta de ácidos grasos, crea una barrera natural que repele el agua y las impurezas. —aquí está su misterio—, esa barrera no es un muro. No bloquea, no asfixia. La hoja de loto se protege sin aislarse del mundo. Este revestimiento ceroso regula la entrada de agua y evita la acumulación de suciedad, favoreciendo una autolimpieza constante. Pero más allá de su apariencia impecable, el loto respira, transpira y realiza sus intercambios vitales sin impedimento. Su superficie mantiene un pH ligeramente ácido, una clave invisible que le ofrece una defensa sutil pero eficaz contra agresores. Así, esta planta acuática cuida su vida desde su piel vegetal, en un equilibrio perfecto entre protección y apertura.
La piel humana: un ecosistema inteligente
Como la hoja del loto, la piel humana está dotada de un sistema sabio. Nuestra barrera cutánea, recubierta por una película de lípidos naturales —el sebo—, protege de agentes externos y regula la hidratación. Y al igual que el loto, la piel respira, elimina, siente, vive. No es un escudo hermético, sino una membrana activa, viva, que necesita mantener su pH ligeramente ácido para defenderse con elegancia, sin violencia. Pero esta sofisticada arquitectura puede ser fácilmente alterada. Muchos productos cosméticos depositan sobre ella sustancias que interfieren en su capacidad de eliminar, respirar y autorregularse. La piel se bloquea, se cansa, se apaga.
Savias de Oro: una creación inspirada por el loto
Observando el loto y su sabia estrategia natural, nace mi primer producto icónico: Savias de Oro. Inspirada por esta planta acuática, creé una fórmula que no actúa imponiéndose sobre la piel, sino acompañándola, respetando sus funciones esenciales. Sin detergentes ni tensioactivos, sus fermentos vegetales limpian sin eliminar lo que la piel necesita conservar, y nutren sin saturar. Así como el loto se limpia sin dejar de respirar, las Savias de Oro purifican sin agredir, hidratan sin obstruir, protegen sin interferir.
Esta ingeniería molecular de la naturaleza, aplicada en la piel humana, es una danza de vida y belleza. Porque la belleza no consiste en cubrir, sino en revelar lo que vibra en lo más profundo de la materia viva, ese resplandor sutil que nace cuando la piel respira en armonía con la naturaleza.